Fardos de crueldad
y alijos cargados de
penas,
rodean el poblado,
allá abajo en la ribera.
Es tan pobre, su tierra.
Son tan NADIE...
los que allí trasiegan.
Que se quedó sin nombre,
el barrio de las miserias.
Tan fáciles de olvidar
como un ejército sin
bandera.
No reciben visitas…
Los ilustres ni se
acuerdan,
sólo cuando huele mal…
Y porque el calor,
aprieta.
Bajo el frío puente,
abundan basuras y
despojos.
Sobre él puente,
existencia ciega.
Que no mira hacia dentro
pues las entrañas le
queman
de ver la cañada y sus
gentes
como mueren de pobreza.
Niños sin sonrisas
que corren ante las
piedras,
Juegos de mayores,
aprenden sin escuela.
Ancianos sin infancia,
que a la muerte esperan.
Para ser quemados
en cualquier hoguera
pues sus posibles,
ni para la caja llegan.
Soy culpable…
por no curar mi ceguera
por alimentar la hoguera
que arde cada noche
al monótono compás
de lamentos y panderetas.
Todo es tristeza…
Allá abajo en la ribera.
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